miércoles, 8 de septiembre de 2010

8 de febrero - Lima 1971

El edificio estaba envuelto en llamas. Dicen que fue una fuga de gas. Nadie sabía de donde provenía.
Algunas de las personas que vivían en el edificio bajaban las escaleras y salían corriendo. Otras, sacaban sus pertenencias para que el fuego no las consumiera, mientras un par de inquilinos que se encontraban en el segundo piso gritaban ¡fuego!,¡tienen que correr, el departamento se está quemando!.Pero no era solo uno, el fuego había ganado terreno y dos de los pisos del edificio ya estaban ardiendo.                  
Antonia y su familia vivían en el segundo piso. Por eso ella fue una de las primeras personas en enterarse del incendio cuando escucho los gritos de los inquilinos. Ella estaba sola. Sus hijos y su esposo no estaban en casa.
Ella no sabía que hacer, si quedarse a rescatar algunas cosas de su departamento o salir. Decidió por lo primero hasta que, al intentar poner a salvo todo lo que estaba la alcance de su mano, un vecino se le acercó.
-¡No doña Antonia, no haga eso! tenemos que salir. Deje todo.
-Es que son mis cosas y mis hijos no están. Además ellos compraron este departamento y casi todo lo que hay aquí.Tengo que sacar lo que pueda.
-No señora, por favor. Espere a que vengan los bomberos para que ellos puedan sacar todo.Ya verá.
Enotnces el hombre la tomó del brazo y bajaron juntos las escaleras envueltos por el humo que despedían las llamas. Mientras bajaban, ella escuchaba como las personas lloraban porque perderían sus pertenencias.
Y ella pensaba "tengo que hacer algo, no puedo dejar a esa gente así". Pero por más que trato de safarse de los brazos de ese vecino para poder ayudar a esas personas, no pudo soltarse y de pronto se vio en la calle a 8 metros del edificio.
Desde fuera, ella veía con impotencia como la gente era sacada del edificio. Algunos estaban sentados en la pista llorando por el susto y otros lloraban porque habían invertido el dinero que tanto les costaba ganar para comprar una casa. Ella lo sabía y no resistia la idea de no poder hacer nada por ellos.
Aprovechó un momento de distracción y cuando nadie la vio, se acercó corriendo al edificio para ayudar a quien pudiera.
-¡Detengan a esa mujer!, ¡Va a entrar al edificio!
-¡Señora por favor!
-Suélteme, esas personas estan llorando. Lo van a perder todo.
-¿Pero qué sucede?. Suelte a mi madre, señor.
Era Adrian el hijo de Antonia que llegaba del trabajo.Tenía 26 años de edad.
-Disculpe joven Adrian pero su mamá quiere entrar al edificio y todo se está quemando allá adentro.
-Mamá ¿qué pasa?
-Hay personas que no pueden salir y mira a esas otras personas sentadas en la pista llorando.
Van a perderlo todo.¡Tengo que ayudar! ...déjame entrar.
-No mamá tu no vas a entrar.
Entonces ella dijo algo que meses después sería la sentencia que la llevaría a la muerte.
-¡Si no me dejas entrar para ayudar , entonces entra tu!
El la miró a los ojos y vio en ella tanta firmeza y decisión que sin pensarlo dos veces entró en el edificio.
-Yo te acompaño - le dijo Carla una vecina suya que cursaba estudios de medicina.
-No Carla, no...
-¿Qué pasa amigo?, ¿me vas a decir que porque soy mujer no puedo ayudar?
-Mira Carla....
-No me digas nada porque sabes que no dejaré que entres allí tu solo.
Ella le arrebató una cubeta de agua fría a un vecino y se la echó encima. Luego tomó otra cubeta para mojar la ropa de su amigo.
-Vamos - le dijo ella
-Bueno vamos, pero cuando te indique que salgas te vas, ¿de acuerdo?
-Esta bien.
Entonces ambos entraron corriendo al edificio. Subieron las escaleras para ayudar a las personas que aún no podían salir. Entre ellas una empleada doméstica que no hablaba muy bien el castellano porque hacia unos pocos días que había llegado a Lima para trabajar como niñera. Estaba a cargo de dos hermanitos uno de 4 y el otro de 2 años de edad. La joven niñera entró en pánico cuando vio que el departamento estaba envuelto por el humo. Abrazó a los dos niños y cerró la puerta por dentro.
Carla pasó cerca de la puerta del departemento y escuchó el llanto de la joven. Por más que intentaba abrir la puerta no podía hacerlo.
-¡Adrian ayúdame!
-¿Qué pasa?
-Parece que la puerta está cerrada por dentro.
Ambos miraban a su alrededor para ver si podían encontrar algo que les sirviera para abrir la puerta.
 Como a dos metros  encontraron el trozo de una puerta y un pedazo de fierro de 1 metro.
-¡Carla mira allí!. Toma el fierro para soltar el las amarras que sostienen las bisagras.
-Nos tomará mucho tiempo...
-No si solo sueltas las bases de dos bisagras. Después echaré abajo la puerta,  ¿de acuerdo?
-Bien.
Mientras Carla soltaba las bisagras, Adrian se acercó a las llaves generadoras que brindaban luz al edificio.
Cuando estuvo a punto de apagarlas Carla lo llamó.
-¡Adrian ya está!
El se acercó y echó abajo la puerta. Ambos entraron. El tomó en brazos a la joven y ella cargó a los dos niños. Lograron llevarlos hasta el primer piso y unos vecinos los ayudaron a salir.
-¡Oiga joven para que regresa! - gritó un hombre cuando vio que Adrian volvía al edificio.
-Porque encontré la llave generadora de luz.
-¡Qué vas a hacer Adrian! - dijo Carla
-Si logro bajar esas llaves, evitaremos que explote el balón de gas.
-Pero....
-Lo haré rápido, no te preocupes.
-Ya no hay personas en el edificio. ¿Para qué arriesgarte?
-¿Cómo sabes que no hay personas en el edificio? . Además los bomberos van a demorar en llegar.
Carla estuvo a punto de decirle que era un necio pero cuando lo miró a los ojos y vio la misma mirada que convenció Adrian cuando su madre le dijo que entrara al edificio, se quedó callada y decidió seguirlo hasta el tercer piso del edificio. Además, no podía dejarlo solo porque aunque él nunca lo supo, él era para ella el amor de su vida. Díganme ustedes si podrían dejar al amor de sus vidas emprenda solo una misión tan peligrosa.
-Vamos...
-¡No! - le dijo él.
-Escuha Adrian...
-Te dije que no, Carla. Iré solo. - le dijo en tono enérgico.
-Está bien -dijo ella
Pero apenas Adrian entró en el edificio, ella fue tras él.
-Aquí está- dijo Adrian cuando llegó al tercer piso y vio la llave genradora. Emepezó a maniobrar las llaves.
Subió y bajó las palancas sin equivocarse. Por eso, hoy después de 39 años, el edificio aún continúa en pie.
Cuando Adrian estaba bajando las escaleras, encontró a Carla sofocada por el humo.
-¡Carla qué has hecho!.Te dije que no me siguieras. A ver levantate....eso ya está.
Adrian logró poner a Carla en pie y lograron llegar al segundo. Cada vez más la visión se les nublaba porque el humo se tormanba más espeso.
-Adrian - dijo ella
-Dime
-¿Escuchas?
-Es un silbido.
-No, no es eso....el balón de gas.
-¡Adrian rápido , tenemos que salir!
-¡Ya estamos en el primer piso, no te preocupes! - dijo él.
-No puedo ver nada. Adrian el silbido es más fuerte. Se escucha más cerca. ¿Lo oyes?.
-No te preocupes, ya estamos cerca de la puerta.
Ella le apretó la mano y se sujetó de su brazo con más fuerza. El sonido del silbido era más fuerte.Cada vez se escuhaba más cerca.
-Tranquila todo va a salir bien.Ya estamos cerca de la puerta - dijo él.
Pero la verdad era que él tampoco podía ver la salida. El humo lo había cubierto todo.
Perdidos entre el humo, ella lo miró y le sonrió. El hizo lo mismo.
En menos de un minuto el balón de gas hizo explosión y separó sus cuerpos.
-¿Dónde esta mi hijo?- preguntó Antonia al oir la explosión. Salió de la casa en la que se había refugiado después de que Adrian entrara al edificio la primera vez.
"No te preoucpes mamá, volveré pronto.Ve a casa de la señora Luisa. Después yo iré para allá"
Antonia salió corriendo de la casa de la señora Luisa y cruzó la calle hasta llegar al edificio.
-¡Mamá ayúdame! - gritaba Adrian en la puerta de edificio con el cuerpo cubierto en llamas.
El grito de dolor de Antonia se escuchó tan fuerte que la multitud que rodeaba la cuadra volteó para verla.
-¡Qué le pasa a esa señora!
-¡Su hijo se está quemando!
-¡Rápido traigan unas mantas!
Cubrieron el cuerpo de Adrian y lograron apagar las llamas que lo envolvían.
Antonia perdió el conocimiento.
Los bomberos, que ya habían llegado, lograron sacar el cuerpo de Carla. Tenía más del 60% de su cuerpo cubierto de quemaduras.
Ambos, Carla y Adrian, fueron llevados al hospital Rebagliati. Al quinto día de ser internada, Carla fallecio.
-Es un muchacho muy fuerte -dijo el médico.
-Han pasado 5 días y aún sigue vivo - dijo la enfermera.
-Si sus órganos vitales resisten y sobrepasa el séptimo día, sobrevivirá - dijo el médico
-Pobre muchacho, tiene casi todo el cuerpo lleno de quemaduras. No será el mismo de antes
 ¿verdad doctor?- dijo la enfermera.
-No, definitivamente no. Tengo que avisar a los padres. Que lastima perder a un deportista como ese.
-¿Deportista?
-No lo sabía.
-No doctor.
-El chico es deportista y de los mejores. Ha hecho giras en el interior del pais jugando en distintos equipos solo que ultimamente por el trabajo y el estudio, tuvo que dejar esto del fútbol por un tiempo.
-Por eso es que su cuerpo resiste tanto tiempo las quemaduras....
-Exactamente. Esa es la razón. Ojalá y pueda sobrevivir al séptimo día.
Cuando mi padre fue a visitarlo se cumplía el séptimo día de su internamiento.
"Oye Ronald, ya no siento dolor. ¿Qué medicamento me dieron, sabes?"
Mi padre se sorprendió porque sabía que no le habían dado ningún medicamento en especial que no le hayan dado antes.
-¿Qué extraño?, ¿Por qué será que ya no siente dolor? - se preguntaba mi padre.
Al día siguiente mi padre regresó al hospital como a las 10 de la mañana. Subió al dormitorio pero no encontró a Adrian. Un médico se le acercó.
-¿Es usted pariente del interno?
-Es mi cuñado ¿por qué doctor?, ¿lo han trasladado algún otro dormitorio?
-Señor lamento informale que a pesar de que su cuañdo sobrevivió al séptimo día falleció hoy a las 6:30 de la mañana. Lo lamento.
Con la muerte de Adrian sobrevinieron concecuencias peores. Su madre, doña Antonia, atormentada por la culpa falleció un año después y su novia Ana María, perdió la razón. Después de la muerte de Adrian muchos vecinos la veían sentada en la parada de autobuses y cuando le preguntaban que hacía ahí ella respondía que estaba esperando a Adrian para que viniera a recogerla como lo hacía todas las tardes.
Y mi madre fue víctima de un estado depresivo que auqnue trate de ocultar, no ha podido superar hasta el día de hoy.